16 abril, 2010

La mermelada.-

El mate está humeando sobre la mesa desgastada, como la historia misma

el brasero calienta mis pies llenos de campo y de estribos

sobre las brasas: el tarro misericordioso, rebosante de néctar hirviente

de vez en cuando revuelvo mi mermelada con un palo

y espero pacientemente la densidad y dulzura perfectas

beso y aspiro de la bombilla, y un ruido airoso me avisa que se termina

es hora de llenar de nuevo la calabaza

el olor a lluvia entra sigiloso por los espacios entre la madera

y el horno de barro ha terminado con el pan

burbujeante está mi almibar de frutos violetas

mientras puedo sentir que mis manos aún huelen a moras

los árboles se agitan vibrantes de presagio

y yo solo puedo untar el pan amasado juvenil

con la sencilla ambrosía de arbustos y de tierra

me preparo otro mate, y contemplo la lluvia

removiendo con un fierro los carbones incandescentes.-

1 comentario:

SANTIAGO LIBERAL dijo...

Estimada Francisca, gracias por tu comentario en mi blog, te he leído despacio y disfrutado despacio.
Un placer conocerte y leerte