El mate está humeando sobre la mesa desgastada, como la historia misma
el brasero calienta mis pies llenos de campo y de estribos
sobre las brasas: el tarro misericordioso, rebosante de néctar hirviente
de vez en cuando revuelvo mi mermelada con un palo
y espero pacientemente la densidad y dulzura perfectas
beso y aspiro de la bombilla, y un ruido airoso me avisa que se termina
es hora de llenar de nuevo la calabaza
el olor a lluvia entra sigiloso por los espacios entre la madera
y el horno de barro ha terminado con el pan
burbujeante está mi almibar de frutos violetas
mientras puedo sentir que mis manos aún huelen a moras
los árboles se agitan vibrantes de presagio
y yo solo puedo untar el pan amasado juvenil
con la sencilla ambrosía de arbustos y de tierra
me preparo otro mate, y contemplo la lluvia
removiendo con un fierro los carbones incandescentes.-