20 abril, 2010

El día.-

Soy del día, nada mas

él, con su infausto destino

se adueña de mi

de mi alma y de mi cuerpo

de mi sed, mi hambre y mi sueño

me nubla implacable

y me golpéa contra un atardecer

en un momento, 

me hace desvanecer ante una mirada azul

y luego me aniquila el corazón

me llena de deseos, de personas

y al final...

me arranca la ropa

y me acuesta moribunda

siendo contemplada, tan solo

por el firmamento.-

Puerta.-

Estoy escribiendo una puerta

en el gran muro de la conciencia

la construyo letra a letra

de color celeste y viejo

La muralla está maldita y daña

me oprime la vida

detrás de ella estarán tus ojos

y las flores y frutas que soñé

quizás otro día, también...

escribiré la llave.- 

16 abril, 2010

La mermelada.-

El mate está humeando sobre la mesa desgastada, como la historia misma

el brasero calienta mis pies llenos de campo y de estribos

sobre las brasas: el tarro misericordioso, rebosante de néctar hirviente

de vez en cuando revuelvo mi mermelada con un palo

y espero pacientemente la densidad y dulzura perfectas

beso y aspiro de la bombilla, y un ruido airoso me avisa que se termina

es hora de llenar de nuevo la calabaza

el olor a lluvia entra sigiloso por los espacios entre la madera

y el horno de barro ha terminado con el pan

burbujeante está mi almibar de frutos violetas

mientras puedo sentir que mis manos aún huelen a moras

los árboles se agitan vibrantes de presagio

y yo solo puedo untar el pan amasado juvenil

con la sencilla ambrosía de arbustos y de tierra

me preparo otro mate, y contemplo la lluvia

removiendo con un fierro los carbones incandescentes.-

13 abril, 2010

El despertar.-

Abrí los ojos perturbados de oro y sol, los rayos atravezaban una ventana desconocida para mis recuerdos. Algo había energizado mi cansado cuerpo, algo mas que el sueño, y ahora me apresuraba a salir de la cama. Me incorporé deslumbrada por mi alrededor, y lo desconocido de mi habitación. La ausencia de ruidos, y la abundancia de cantares me calmó hasta la sonrisa, y es que junto conmigo cientos de pajarillos abandonaban sus nidos para comenzar el día. Salí a recorrer mi nuevo hogar, por que ya lo sentía mío, tenía un poco de mis deseos en cada rincón. Era pequeño, sencillo y mágico. Todo era perfecto, incluso la soledad. Abrí la puerta y salí, respiré con los ojos cerrados la pureza del rocío recién nacido, y luego preparé mi corazón para ver lo mas parecido a la felicidad: Cielo, campo y paz. Caminé descalza y absorta sobre la hierba húmeda y suave. La brisa movía el dulce camisón que dibujaba mi silueta, Caminé entre mágicos árboles tan tranquilos como la mirada de un caballo, de esos que pastaban a la orilla del sendero, y que no se asustan cuando me sienten pasar junto a ellos. El sonido del agua me guiaba hacia algo que debía descubrir. Pero sin apuro ni ansiedad, solo fluyendo con el campo, por entre las montañas, mientras nadie pensaba en mi. Se abrieron a mi paso grandes hojas, y encontré los delgados juncos en el borde del río sabio, ese que ha visto cambiar tanto a la tierra que ya no le teme. Miré mas allá y observé un hombre sobre una roca, fundiéndose con palabras de poesía, y corriendo tan segura llegué junto a él, y seguimos junto al río, seguimos siendo poesía.-